CARTA A UNA AMIGA
Querida amiga:
-
Aún siendo simple escorzo,
contenías el brillo
del candor en tus rizos
frágiles y serenos.
Una clara semilla de amapola
crecía en ti, mujer,
mientras te deslizabas por la falda
del Naranco con voz quebrada.
En aquel breve espacio, prisioneros del tiempo,
compartimos pasillos, sonrisas y fracasos,
noches y madrugadas.
-
Y en ese mismo espacio,
crecían nuestras huellas pintando la ilusión
de ser un nuevo día con sueños en las manos.
¡Cuántas veces nos salvó la sirena
anunciando el final de un duro asalto,
y nosotros, cansados, la sonrisa en los labios,
seguíamos en pie!.
-
Tú seguiste avanzando,
algunas veces coja y otras muda,
pero siempre de frente en la batalla.
Y de pronto, mi amiga,
te crecieron ortigas
surgiendo enredaderas traicioneras,
palabras de un amigo
que puso en tu pan ácimo, veneno.
Y te han revuelto el alma,
han violado tu nido,
transformando tus lágrimas en charco
tapando tu sendero entre la yerba,
rasgando con sus uñas
el alma de un velero.
-
No sé como contarle al aire
para que acuda el viento
que aleje con su fuerza
tu eterna madrugada,
tu negro despertar,
que acabe con la sierpe,
que saje la raiz de las ortigas,
y renazcas, milagro
que trastoca el otoño en primavera.
Y mientras esto escribo,
se consumen mis velas
de rabia contenida por el miedo.
Aún así, mi amiga, te espero;
y mientras tanto, mi palabra
será la lluvia que brote en invierno
esperando que surjas como el alba
mientras siembro tu yerba de recuerdos.
-
M.A.W. Junio 2004®
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Aún siendo simple escorzo,
contenías el brillo
del candor en tus rizos
frágiles y serenos.
Una clara semilla de amapola
crecía en ti, mujer,
mientras te deslizabas por la falda
del Naranco con voz quebrada.
En aquel breve espacio, prisioneros del tiempo,
compartimos pasillos, sonrisas y fracasos,
noches y madrugadas.
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Y en ese mismo espacio,
crecían nuestras huellas pintando la ilusión
de ser un nuevo día con sueños en las manos.
¡Cuántas veces nos salvó la sirena
anunciando el final de un duro asalto,
y nosotros, cansados, la sonrisa en los labios,
seguíamos en pie!.
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Tú seguiste avanzando,
algunas veces coja y otras muda,
pero siempre de frente en la batalla.
Y de pronto, mi amiga,
te crecieron ortigas
surgiendo enredaderas traicioneras,
palabras de un amigo
que puso en tu pan ácimo, veneno.
Y te han revuelto el alma,
han violado tu nido,
transformando tus lágrimas en charco
tapando tu sendero entre la yerba,
rasgando con sus uñas
el alma de un velero.
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No sé como contarle al aire
para que acuda el viento
que aleje con su fuerza
tu eterna madrugada,
tu negro despertar,
que acabe con la sierpe,
que saje la raiz de las ortigas,
y renazcas, milagro
que trastoca el otoño en primavera.
Y mientras esto escribo,
se consumen mis velas
de rabia contenida por el miedo.
Aún así, mi amiga, te espero;
y mientras tanto, mi palabra
será la lluvia que brote en invierno
esperando que surjas como el alba
mientras siembro tu yerba de recuerdos.
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M.A.W. Junio 2004®
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